Como señalé en el anterior capítulo, la configuración de la futura línea Madrid-Hendaya, que no pasaría por la capital, provocó un gran malestar. A pesar de todo, el ferrocarril llegaría a Palencia y, para tal fin, el Ayuntamiento agilizó los pasos para que la nueva tecnología, de mano de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, llegara pronto a la ciudad.
La configuración urbana de Palencia cambiaría radicalmente: se modificó el uso del suelo en determinadas zonas, se crearon nuevas áreas de expansión y vías que permitieran el acceso a la estación, la muralla quedó obsoleta y hubo que superarla, etc... El ferrocarril, como en cualquier ciudad, provocó que la ciudad recibiera nuevos visitantes, incluso visitas de alto rango. Así fue el caso de Isabel II, que visitó la capital palentina en julio de 1861.
Al principio hubo una estación que era la que permitía llegar a Alar del Rey. Más tarde, se creó la del noroeste, que estaba situada en el solar que ocupa hoy la estación actual. Ambas estaciones acabaron fusionándose, dando lugar al actual nudo ferroviario. La nueva estación provocó la aparición de fábricas, calles y avenidas.
Fuente: Diario Palentino. Domingo, 27 de septiembre de 2015. Páginas 7 y 8.
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