La Primera República Española es uno de los periodos históricos que más me fascinan. Una de las razones de esa fascinación es comprobar que, a lo largo de 1873, el país tuvo cuatro presidentes. Hoy quiero comentar un episodio protagonizado por el primer presidente de aquel régimen inaugurado tras el reinado de Amadeo de Saboya, un rey que duró poco tiempo en el trono de España. La República hubo de hacer frente a una situación endemoniada por el cantonalismo (un episodio que merecería un profundo análisis pero que excede el tema de la presente bitácora), la Tercera Guerra Carlista, el conflicto de Cuba y las tensiones entre los propios republicanos (federalistas y unitarios).
En estas circunstancias, Estanislao Figueras tomó posesión de su cargo como primer presidente de la joven república. La situación era tan grave, y el hartazgo tan monumental, que el presidente de la República decidió quitarse de enmedio. Durante un consejo de ministros, celebrado el 9 de junio de 1873, el presidente abandonó la sala al ver la imposibilidad de llegar a un consenso que permitiera arreglar los graves problemas del país. Así las cosas, el presidente cogió la maleta, se fue a Atocha y tomó el primer tren que le permitiera alejarse lo suficiente de la capital de España. Así informó del hecho un diario de Madrid:
La Época, 12 de junio de 1873. |
El presidente, al final, llegó a Francia. El estupor, lógicamente, fue enorme. Era insólito que un jefe de Estado huyera de esa manera dejando atrás un país sumido en una grave crisis institucional. A Figueras le sucedió otro catalán: Pi i Margall.
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