La década de los años 30 del pasado siglo fue testigo de tres hechos realmente impresionantes en la antigua Unión Soviética: la hambruna, las deportaciones y el Gran Terror. Las deportaciones, como luego haría la Alemania hitleriana, fueron llevadas fundamentalmente mediante trenes que trasladaban a los sujetos no afectos con el régimen a lugares remotos e inhóspitos.
Durante los días 29 y 30 de abril de 1933 dos trenes salieron de Moscú y Leningrado respectivamente. El primero transportaba a 5.070 personas y el segundo a 1.044. Las condiciones del viaje eran tremendas y esto provocó que cada día murieran de media unas 35 personas. De todos modos, estas condiciones eran envidiables comparadas a las que iban a "disfrutar" a la llegada a Tomsk. Una vez en esta ciudad, los deportados fueron transferidos a unas embarcaciones hasta la isla de Nazino, situada en la confluencia de los ríos Ob y Nazina en la parte occidental de Siberia, y que es un enclave inhóspito e inhabitado. La comida era prácticamente inexistente, el hambre aumentó de manera dramática y se dieron casos de canibalismo. Además los deportados no contaban con refugios para pasar la noche. En total, de las más de 6.000 personas trasladadas a Nazino solo 2.200 estaban vivas a fecha de 20 de agosto de 1933.
Fuente: Stéphane Courtois y otros. The Black Book of Communism. Harvard University Press. Cambridge (Massachusetts). 1999.