El ministro de Transporte, José Luís Ábalos, es uno de los pesos pesados del Gobierno y del PSOE, una formación que, desde hace casi un año, gobierna España en coalición con Podemos. En reiteradas ocasiones, el titular de la cartera dedicada a la mejora de las comunicaciones e infraestructuras del país es primera plana por sus declaraciones que, en no pocas ocasiones, son sorprendentes. No es exagerado decir que, después de Pedro Sánchez, Ábalos forma con Adriana Lastra un tándem perfecto a la hora de mantener la ortodoxia ideológica del partido.
La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado ha estado rodeada de polémica por las alianzas que Pedro Sánchez, y apoyado de manera unánime por el partido, ha tejido con los separatistas de todo tipo y condición, sin excluir a Bildu, una formación proveniente, como todo el mundo sabe, del universo etarra que tanto dolor provocó en la sociedad española durante décadas. Ante el aluvión de críticas, Ábalos justificó el acercamiento de Sánchez a Bildu y llegó a equiparar la Transición con las maniobras ejecutadas por su jefe de filas. Tal comparación es una falacia. En la Transición los partidos políticos, desde el PCE hasta AP; velaron por el interés común. Bildu, como dejó claro un portavoz hace poco, solo pretende dinamitar el régimen para crear una nación vasca independiente. "Tumbar el régimen", lo llaman.
Volvamos por un momento a la trágica jornada del 11-M. En la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando aún la autoría oficial de la matanza se adjudicaba a ETA, el periodista Iñaki Gabilondo dijo en su programa que la masacre debía ser un revulsivo para pasar página y dar paso a "un tiempo nuevo". Éstas fueron sus palabras:
No vale una respuesta digamos convencional, asistir a unas manifestaciones multitudinarias. No, tiene que haber un cambio de página. No se puede seguir viviendo como se ha vivido, de espaldas unos a otros, cada uno encerrado en su burbuja autista. España tiene que plantearse las cosas de otra manera. Un tiempo nuevo.
Más adelante afirma:
Esto solo puede despacharse con la política de las grandes solemnidades. La que hizo de España un país modélico cuando fue capaz de afrontar el desafío monumental del fin de la dictadura, con una transición inesperada, con la elaboración de una Constitución que nos desconcertó a todos por haber sido capaz de unir posiciones políticas clamorosamente divergentes, por lo que significó el pacto de la Moncloa, por lo que se significaron algunas cosas que se gestionaron con política mayor.
En el momento en que Iñaki Gabilondo pronunció esta reflexión de hondo calado (11:35 am del 11-M) la autoría recaía en la ETA. Sus palabras eran una crítica a la política llevada por Aznar contra el terrorismo y apostaba, de manera sibilina, por una negociación aunque no explicó en qué sentido se debería llevar a cabo. En aquella jornada del 11 de marzo, todos, menos Otegi, señalaban a la banda terrorista como autora de la matanza que se llevó por delante a 191 españoles. Independientemente de quién estuvo detrás del atentado, ¿no estamos viviendo "un tiempo nuevo" en estos días al ver la alianza táctica/estratégica de Sánchez con Bildu? No me digan que no es casualidad que Ábalos ponga sobre la mesa el mismo argumento, comparar la Transición con una negociación con la ETA y sus altavoces políticos, que Iñaki Gabilondo en la mañana de aquel infame 11-M.