Tras la revolución de 1917, Rusia se enfrentó a una terrible guerra civil protagonizada por los rojos (partidarios del partido bolchevique de Lenin) y los blancos que pretendían derrocar el régimen surgido tras el golpe de estado de octubre del año anteriormente citado. Esta contienda, en la que también jugaron un papel relevante diversas potencias extranjeras, tuvo sus teatros de operaciones muy ligados al ferrocarril. De hecho, no es exagerado decir que es imposible entender los movimientos de los ejércitos contendientes sin el apoyo de este medio de transporte. Además, las líneas de ferrocarril permitían, en la inmensidad del territorio ruso, seguir rutas que favorecían movimientos y ofensivas.
El 3 de julio de 1919, el general Denikin llegó a Tsaritsyn, la futura Stalingrado que se hizo famosa en 1942-1943 por la batalla que provocó la rendición del VI ejército de Von Paulus. En esa ciudad, el general blanco emitió la orden secreta 08878 que tenía por título "Directiva de Moscú". En ese documento se recogían las operaciones militares que las Fuerzas Armadas del Sur de Rusia tenían que llevar a cabo para conquistar la nueva capital del país. Estas operaciones requerían que los ejércitos se abrieran en abanico y que avanzasen hasta la capital siguiendo el trazado de las líneas de ferrocarril. De este modo, el plan contemplaba lo siguiente:
- El ejército del Cáucaso de Wrangel debía seguir la vía férrea a través de la región occidental del Volga hasta Nizhni Nóvgorod donde giraría al oeste a lo largo de la línea Vladimir-Moscú.
- El ejército del Don de Sidorin debía avanzar a lo largo del ferrocarril Vorónezh-Riazán-Moscú y, en parte, por la vía paralela por el este.
- Finalmente los voluntarios de Mai-Mayevski tomarían la siguiente línea hacia el oeste: Kursk-Oriol-Tula-Moscú.
Fuente: Evan Mawsley. Blancos contra Rojos (La Guerra Civil Rusa). Desperta Ferro. Madrid. 2017.
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