La crisis que aún seguimos padeciendo ha destapado numerosos ejemplos de despilfarro en diversas obras públicas. El último caso lo tenemos en Barcelona. La línea 9 de metro, proyectada durante los últimos años de Jordi Pujol, ha costado el triple de lo presupuestado (16.600 millones de euros). Se esperaba que empezara a funcionar en 2008, pero doce años después de empezar las obras sólo es posible recorrer una cuarta parte del trazado. Lo más curioso del caso es que esta obra cuesta el doble que la de Alta Velocidad entre Madrid y la Ciudad Condal (8.966 millones de euros), una línea que también tuvo sobrecostes (31%).
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