lunes, 4 de marzo de 2019

Iberia nos la juega al volver de Lisboa

Aprovechando unos días festivos, hemos estado recientemente en Lisboa para, una vez más, disfrutar de sus encantos y, por qué no, poder mejorar la lengua de Camoens. De hecho, la capital del país vecino ha sido la que más veces hemos visitado en diez años, concretamente en tres ocasiones. Durante los próximos días, os iremos contando nuestras impresiones, ya que hemos realizado dos viajes en tren desde Lisboa: el primero al barrio de Belém y el segundo a la turística ciudad de Sintra. Sin embargo, el motivo del presente comentario tiene como tema principal comentar lo que nos ocurrió ayer con Iberia, la compañía aérea que elegimos para trasladarnos desde Santander.

El viaje de ida fue sin problemas. Para trasladarnos hasta la capital lusa cogimos dos vuelos: Santander-Madrid y Madrid-Lisboa. Lo mismo podemos decir del vuelo de vuelta Lisboa-Madrid. El problema sugió cuando, aún en vuelo, no nos notificaron la puerta de embarque del vuelo Santander-Madrid de las 16 horas. Al llegar a la T-4, el monitor decía que los viajeros debían dirigirse al mostrado de Iberia para recabar información. En el mostrador nos dijeron que el vuelo se había cancelado sin más. Nos ofrecieron un transporte alternativo, es decir un autobús, hasta Santander y nos dijeron que esperáramos en la sala 10 para tomarlo. Una vez en dicha sala, la situación fue caótica porque la información brilló por su ausencia. No sólo no pudimos saber qué había sucedido con el vuelo, sino que tampoco estaba claro cuándo y de qué forma íbamos a tomar el autobús. 

Los minutos fueron pasando y algún que otro viajero perdió los papeles y montó el numerito en la sala 10. La masa testicular de algunos estaba tan hinchada que empezaron a proferir gritos e insultos hacia los trabajadores de Iberia que estaban en la oficina de información de la sala 10. Esta manera de actuar es siempre condenable porque los gritos no contribuyen a nada y, además, el problema no es responsabilidad de esos trabajadores que eran también víctimas de la situación. Al final, salimos de Madrid-Barajas a las 17 de la tarde y llegamos a Santander pasadas las 22 horas. En el camino hicimos una parada técnica en Lerma, en un hotel llamado Alsa. Los tres camareros se vieron desbordados por el grupo que podía tener unas sesenta personas. De hecho, casi nos quedamos sin bocadillo después de estar esperando más de media hora. 

Aunque Iberia sigue sin darnos una explicación, todo parece indicar que el problema tiene su origen en las obras de mejora que se están llevando a cabo en una pista del aeropuerto madrileño. De hecho, no fuimos los únicos afectados. Podemos entender que haya problemas e incidencias, pero lo que no es normal es que no se proporcione información al usuario ni se faciliten las cosas. En líneas generales, no tenemos queja del servicio prestado por Iberia en nuestros desplazamientos pero este tipo de situaciones deben evitarse. En este sentido, en El Guardagujas hemos comentado otros atropellos vividos en Comes y la propia Renfe

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