Hoy, 11 de marzo, conmemoramos el aniversario de la tragedia del 11-M, esa cadena de atentados perpetrados en trenes de Cercanías que acabaron con la vida de casi dos centenares de personas. Al hilo de este aciago aniversario, tenemos que mencionar la existencia de un libro, cuyo autor es el ingeniero Carlos Sánchez de la Roda y que fue trabajador de Renfe, y que lleva por título Los Trenes del 11-M. Los trenes del 11-M fueron, en primer lugar, trasladados y luego desguazados en diferentes sitios de Madrid: entre Villaverde Bajo (tren de la calle Téllez, cuyos coches fueron transportados en camiones, y el del Pozo del Tío Raimundo) y Santa Catalina (tren de Atocha que fue remolcado penosamente hasta su desguace). El tren de Santa Eugenia, que sólo sufrió una explosión, fue un caso especial porque el coche destrozado fue rehabilitado en los talleres de Tafesa y puesto en circulación de nuevo.
El desguace de los trenes del 11-M es uno de los puntos polémicos de todo lo que rodea la cadena de atentados que sacudió España hace 15 años. Si comparamos lo ocurrido en ambas tragedias, las preguntas caen por su propio peso. ¿Cómo es posible que el desguace de los coches del 11-M fuera tan rápido y, en cambio, los del Alvia accidentado se conservaran durante años? Si alguien sabe la respuesta, por favor, que nos la diga.
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