El pasado martes leí un breve artículo de un periodista de ABC que se preguntaba qué habíamos hecho el resto de los españoles para ser merecedores del gigantesco odio que despliegan los separatistas catalanes. El atónito periodista enumeró una serie de hitos que hemos realizado el resto de los españoles junto con los catalanes y que claramente han beneficiado a Cataluña en particular y a España en general. Uno de esos hitos es la inauguración de la primera línea peninsular española, aquella que en 1848 unió Barcelona con Mataró. No fue Madrid, la odiosa capital de España, la primera ciudad que disfrutó del nuevo sistema de comunicación, sino la Ciudad Condal.
Cataluña siempre ha disfrutado, pese a lo que diga Gabriel Rufián, de excelentes comunicaciones por ferrocarril. En estos momentos, como ya dije en su momento, las cuatro capitales catalanas disfrutan de la Alta Velocidad, algo impensable en Extremadura u otras ciudades como Almería, Teruel, Granada, etc... A diferencia de Cataluña, en esas ciudades no hay separatistas, por eso no nos enteramos de lo mal que están.
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