miércoles, 21 de febrero de 2018

Los ferrocarriles europeos y el Holocausto

Llevamos tiempo en El Guardagujas intentando tratar un tema siniestro y es el papel que jugaron los ferrocarriles europeos en el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. La Alemania nazi fue la principal impulsora de una máquina de destrucción con pocos paralelos en la Historia. Habria que irse a la Unión Soviética o China para ver algo semejante. Sin embargo, Alemania no estuvo sola en esa empresa. Decimos que llevamos tiempo porque sabemos, qué duda cabe, de la importancia histórica de este asunto pero no sabíamos cómo empezar o tratarlo. La cantidad de información que existe en Internet y otras fuentes documentales es, como se pueden imaginar, enorme pero en este blog vamos a comentar o plasmar exclusivamente lo relativo al transporte ferroviario en esa época tan oscura para el Viejo Continente.

Mapa de las rutas de los trenes que deportaron a millones de personas
durante el Holocausto. Fuente: US Holocaust Memorial Musuem
El tema, como ya hemos comentado, es de una importancia extraordinaria. Tal es así, que hay quienes no dudan en afirmar que los ferrocarriles europeos jugaron un papel crucial en la ejecución de la Solución Final. De hecho, las deportaciones a los campos de exterminio se realizaron, prácticamente en su totalidad, por tren. Evidentemente, los deportados no gozaron de un viaje placentero, el cual se podía realizar en vagones de viajeros o mercancías. Lo común era que fueran sin comida ni agua y, naturalmente, sin climatización a bordo. Las condiciones fueron tan duras que, a veces, facilitaban que los deportados llegaran muertos al campo de concentración.

Como se puede apreciar en el mapa que adjuntamos, los trenes, venidos de toda la Europa ocupada y de los territorios controlados por los aliados del Eje, se dirigían, fundamentalmente aunque no de manera exclusiva, a la Polonia ocupada desde 1939. De hecho, se pueden distinguir campos de internamiento, como el de Drancy en Francia, y los propios campos de exterminio como el tristemente célebre Auschwitz, Treblinka o Sobibor.

Sirva, pues, esta entrada como el comienzo de una serie que pretende recordar unos hechos que, aún hoy, provocan desasoiego, incredulidad, tristeza y, por qué no decirlo, vergüenza. No siempre el ferrocarril, y así lo hemos visto en otros ejemplos, ha estado ligado a lo mejor de la condición humana.

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