Nada se puede hacer frente a la fuerza de la Naturaleza. El rigor del invierno, como el del verano, afecta al ferrocarril hasta el punto de imposibilitar el tránsito de un Alvia de Asturias a Madrid. El frío era tan intenso que los ejes de los vagones se congelaron, impidiendo así que el Alvia pudiera adaptarse al ancho de la línea de Alta Velocidad de León a Madrid.
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