domingo, 23 de agosto de 2015

Los trenes de la emigración andaluza a Cataluña

Montserrat Carulla, una actriz de cuya existencia no tenía noticias hasta ayer por la mañana, ha saltado a la palestra por unas declaraciones en las que pretendía explicar el fenómeno migratorio que se produjo en España en los años sesenta del pasado siglo. Según su particular concepto demográfico, la dictadura de Franco envió centenares de trenes de inmigrantes a Cataluña para diluir la conciencia nacional del Principado. Ante el escándalo creado, la actriz ha matizado sus declaraciones e incluso ha señalado que faltan palabras de su alocución que permitirían entender lo que quiso decir. Es decir, se han sacado de contexto sus palabras.

Tengo que decir que desconocía que Franco se dedicara a tales menesteres. No sabía, y mira que el dictador sigue siendo objeto de análisis y estudios, que en El Pardo se dedicaran a diseñar planes de ingeniería demográfica. En mi familia materna también hubo emigrantes a Cataluña y no tengo constancia de que su objetivo fuera difuminar la presunta identidad nacional catalana. Algunos de ellos, incluso, pasan de la política, sea cual sea su ámbito. Se fueron simplemente para buscar un porvenir mejor. Carulla parece olvidar, quizás por culpa del intenso adoctrinamiento nacionalista que Cataluña ha sufrido desde 1977, que su tierra ha sido la perita en dulce de los diversos gobiernos españoles, al menos desde Cánovas del Castillo. Con un ejemplo simple basta para entenderlo. A ver si un día, Carulla nos explica el papel jugado por las oligarquías catalanas, no sólo durante la dictadura franquista, sino también en la de Primo de Rivera.

Carulla no tiene el beneficio de la duda. No es la primera vez que algún dirigente nacionalista catalán nos sorprende con declaraciones que rozan la xenofobia. A los pocos años del final de la Guerra Civil, los nacionalistas catalanes tildaban de "trogloditas" a cualquiera que fuera a Cataluña a buscarse la vida. Jordi Pujol, aquel hombre de Estado que colaboró con los dos grandes partidos nacionales, escribió un libro en el que tildaba a los andaluces con los peores términos. En 1993, Ángel Colom, líder de la Esquerra Republicana, dijo que los andaluces y extremeños vivimos de lo que el Estado recauda en su expoliada nación. Más recientemente, Artur Mas se burló del habla andaluza en el Parlamento catalán. Los ejemplos demuestran que el nacionalismo catalán, en ningún caso, acepta al foráneo. Siempre ha mantenido una actitud hostil hacia el charnego.

Los nacionalistas catalanes están en lo de siempre. A ver si algunos que viven al sur de Despeñaperros se enteran, al fin, de sus verdaderas intenciones.

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