Hace escasamente dos días comentaba en esta bitácora la epopeya que supone viajar en tren a Almería. Pues bien, ayer tuvo lugar un episodio que refuerza la tesis que expuse en mi comentario del pasado viernes. Diariamente hay dos Talgo que cubren la línea de Madrid a Almería. El primero de ellos, que sale de Chamartín a las 8 de la mañana, llegó tarde a Almería con 46 minutos de retraso. Lo peor, con todo, estaba por venir. El segundo Talgo de la jornada, que sale a las 14:34 también de Chamartín, ni siquiera arrancó. Los viajeros sufrieron un verdadero calvario. El relato de los hechos es verdaderamente esperpéntico y a él me remito para que juzguen los lectores. Almería sigue siendo una provincia olvidada en materia ferroviaria.
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