En los diez años que lleva El Guardagujas en este rincón de la red, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Óscar Puente, responsable hasta el momento del Ministerio de Transportes (MITMA), se ha convertido en el peor ministro del ramo de la última década, algo difícil teniendo en cuenta quiénes han sido algunos de sus predecesores. A lo largo de este tiempo hemos comentado muchas decisiones e iniciativas de sus antecesores: unas nos agradaron y otras nos parecieron improcedentes. Así es el debate público y poco hay que comentar. Sin embargo, la trayectoria de Óscar Puente desde del otoño de 2023, momento en el que fue escogido por Pedro Sánchez para ocupar la cartera de uno de los ministerios que más dinero recibe de los Presupuestos Generales del Estado, ha estado marcada por la chulería, la incompetencia y la prepotencia.
En varias ocasiones, así lo hemos compartido con vosotros en varios podcasts, hemos sostenido la tesis de que España es un país decadente y amoral. Os remitimos a estas reflexiones para que sepáis las razones de nuestro diagnóstico. Óscar Puente es uno de los mejores ejemplos que certifican el declive de la clase política en particular y la de España en general. Este ministro no ha llegado al cargo por su conocimiento del sector ni por sus cualidades intelectuales, sino porque ha sido uno de los miembros que más le ha hecho la pelota al líder. Pedro Sánchez, y esto es un tema que habría que hablar en otra parte, ha configurado un núcleo duro en el que la discrepancia no existe. Óscar Puente, y así quedo patente desde el debate de la investidura fallida de Feijóo, es uno de sus más fieles escuderos.
¿Qué hoja de servicios tiene Puente? ¿Qué ha hecho por el interés general? Podemos recordar algunos episodios memorables: alabanzas al antiguo brazo político de la ETA al que califica de "progresista"; insultos al presidente argentino al que acusó de tomar sustancias; comparó la ley de amnistía con casarse de penalti; ha insultado a periodistas no afectos a Pedro Sánchez; etc... Puente no solo es un tipo aficionado a la bronca. No solo es un tipo que ha sido elegido para crear cortinas de humo artificiales. Su escala moral es cero. No distingue el bien del mal. Por esa razón, prefiere a Otegi y a Puigdemont que a los ciudadanos que siguen creyendo en la unidad de España.
Su gestión al frente de Transportes está siendo calamitosa. La lista de incidencias en la red ferroviaria empieza a ser bíblica, pero este ministro no conoce la vergüenza. Es raro el día en el que no hay averías o problemas en la red ferroviaria. Hoy mismo nos hemos hecho eco de otro incidente que dejó tirados a centenares de pasajeros de un Alvia que cubría la ruta entre Madrid y Cádiz. ¿Otro sabotaje de la derecha? ¿Qué fueron de aquellas acusaciones? ¿Dónde están las pruebas? En vez de arreglar los problemas de los ciudadanos, este individuo, borracho de soberbia y que le dice a los demás lo que tienen que hacer, sigue sin dar respuesta al caos ferroviario, un empieza a ser crónico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario