jueves, 25 de abril de 2019

El último viaje de los hermanos Bécquer

Casa natal de Gustavo Adolfo Bécquer en la calle Marqués de Paradas (Sevilla)
Viernes Santo, 19 de abril de 2019. Foto: El Guardagujas.
El pasado Viernes Santo, 19 de abril, estuvimos visitando, una vez más, el sevillano barrio de San Lorenzo. Este barrio merece, sin duda, una monografía por dos motivos. San Lorenzo es, en primer lugar, el barrio en el que tiene su sede canónica la Hermandad del Gran Poder, cuyo titular es uno de los que arrastra mayor número de devotos en la Madrugá y durante todo el año. Basta acudir a su basílica, situada junto a la parroquia de San Lorenzo, para comprobar la inmensa cantidad de devotos que acuden a Él para pedir ayuda, comprensión, misericordia o, sencillamente, agradecerle todo lo que la vida les ha concedido. El barrio es también la casa de otras dos hermandades: el Dulce Nombre, que procesiona el Martes Santo, y la Soledad de San Lorenzo que recorre las calles de Sevilla el Sábado Santo.

En segundo lugar, San Lorenzo es también un barrio muy literario. Basta dar un paseo por sus calles, como Conde de Barajas o Cardenal Spínola, para entender lo que estamos comentando. Los recuerdos de Bécquer, Romero Murube o Laffón están muy presentes en sus calles. Precisamente, el Viernes Santo pasamos por la puerta de la casa natal de Gustavo Adolfo Bécquer y recordamos que su último viaje, de Madrid a Sevilla, fue precisamente en tren, cuando sus restos descansaron definitivamente en la tierra que le vio nacer en febrero de 1836. 

Los dos hermanos Bécquer, Gustavo y Valeriano, murieron el mismo año en un corto lapso de tiempo. Apenas tres meses separaron sus defunciones, acaecidas en el año 1870 en la capital de España. El traslado de ambos a Sevilla, algo que empezó a pensarse en 1883 y gracias a la Sociedad Económica de Amigos del País, no se materializó hasta el año 1913.

En la mañana del 8 de abril de 1913, los restos de ambos artistas fueron exhumados en el cementerio de San Lorenzo de Madrid. Las cenizas de los hermanos Bécquer fueron depositadas en dos cajas negras, una para cada hermano y similares a una urna, revestidas con paños negros y decoradas con una cruz dorada y una placa que contenía los nombres de ambos así como las fechas de las muertes. Tras un responso en la capilla del cementerio, las urnas fueron depositadas en un carruaje que las llevaría a la estación de Atocha

En la estación de Atocha, también conocida como la del Mediodía, había un tren con un furgón especialmente decorado para la ocasión. La llegada a la estación tuvo lugar sobre las 5 de la tarde. Según cuenta el diario ABC del 9 de abril, día de la partida del tren, los paisanos de Bécquer rendirían un gran homenaje popular a ambos artistas a su llegada. El tren mixto llegó a Sevilla, concretamente a la estación de Plaza de Armas, por la mañana. Los restos mortales de los hermanos Bécquer fueron recibidos por el alcalde, los señores Conde de Casa-Segovia, los académicos de las Buenas Letras, estudiantes y admiradores de la obra de ambos artistas. En la estación quedarían los restos en la capilla ardiente hasta su traslado a la iglesia de San Vicente a las cinco de la tarde. Allí, los restos de los hermanos Bécquer se colocarían en la capilla de la Hermandad de las Siete Palabras. 

Finalmente, los hermanos Bécquer fueron trasladados a la Iglesia de la Anunciación, que en ese año era la "iglesia de la Universidad" y en la que se cantó una vigilia y un responso, para proceder, más tarde, a la inhumación definitiva de los restos en el Panteón de Sevillanos Ilustres

Fuente: ABC de Madrid, 9 de abril de 1913; ABC de Madrid, 11 de abril de 1913; ABC de Madrid, 12 de abril de 1913.

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