sábado, 24 de diciembre de 2022

El ángel que apareció en la estación

A diferencia de los que hemos hecho en otras ocasiones, en la que hemos dado rienda suelta a nuestra pobre creatividad literaria, hoy traemos a El Guardagujas una historia realmente conmovedora y que, por supuesto, encaja a la perfección con lo que sería un cuento de Navidad, un relato apropiado para la noche que hoy nos disponemos a celebrar. Las estaciones de ferrocarril, como también otros lugares, son escenarios de sucesos que pueden cambiar nuestras vidas de una manera radical. Y si no que se lo pregunten a Edith Zierer. 

Corría el mes de enero de 1945 cuando esta chica de 13 años pudo escapar de un campo de trabajos forzados de la localidad de Czestochowa (Polonia). El Ejército Soviético avanzaba imparable hacia Alemania y la desorganización de los campos del Tercer Reich era un hecho. A pesar de las dificultades que tenía para moverse, pudo llegar a una estación de tren donde subió a un vagón de transporte de carbón. El tren comenzó su periplo y la joven Edith, que aún vestía el traje de rayas de los prisioneros de los campos de concentración, se bajó en la estación de la localidad de Jedrzejow. 

Edith estaba aterida de frío, hambrienta y desorientada. De repente, mientras estaba sentada en el andén, apareció un hombre, de buena apariencia física y que contaba con 24 años de edad, que le preguntó qué hacía allí. Edith le dijo que estaba esperando encontrar la manera de desplazarse a Cracovia para buscar a sus padres. El individuo se fue y volvió con té, pan y queso. Mientras Edith tomaba el alimento, el joven, que iba ataviado como un sacerdote aunque en realidad era un seminarista, le comentó que le podía ayudar a ir hasta Cracovia. Edith no sabía que su familia había desaparecido: su madre en Belzec, su padre en Maidanek y su hermana en Auschwitz. Los tres campos estaban situados en Polonia. El hombre que le ayudó también había perdido a su familia aunque en otras circunstancias.

Aquel hombre que salvó la vida de Edith se convirtió, 33 años más tarde, en Juan Pablo II y ambos, Edith y Karol, se vieron de nuevo en 1997.

Feliz Navidad.

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