El pasado año dedicamos a una entrada de El Guardagujas a analizar la relación entre la calamitosa actuación del ejército ruso durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la pésima situación de los ferrocarriles que, en teoría, tendrían que haber ayudado a una rápido movilización de los efectivos que pretendían frenar el avance de las potencias centrales. El mal estado del sector ferroviario también tuvo otras consecuencias:
La situación económica empeoró, debido al descalabro de la red ferroviaria, cosa que en aquel inmenso país desbarataba todos los suministros: los del frente en armas, municiones y hombres; los de las fábricas en materias primas - carbón, petróleo y por tanto electricidad- lanzando a miles de obreros al paro técnico y dejándolos sin recursos; y, por último, el avituallamiento de las ciudades, en particular harina, indispensable para el pan, base de la alimentación popular
Fuente: Stepháne Courtois. Lenin, el inventor del totalitarismo. Esfera de los Libros. Madrid. 2021
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