En estos días de confinamiento estamos leyendo, en su versión original, La Revolución Rusa de Richard Pipes, una monumental obra cuya lectura es imprescindible para entender un acontecimiento que cambió la historia rusa y del mundo. Posiblemente, a la finalización de nuestra lectura, hagamos un vídeo en nuestro canal de Youtube sobre este libro.
En el capítulo dedicado a la preparación del Imperio Ruso para su entrada en la Gran Guerra al lado de los aliados occidentales, Pipes afirma que el sistema de transporte ruso fue una de las causas, si no la más importante, del desastre militar ruso. Alexander Guchkov, ministro de la Guerra durante el Gobierno Provisional de 1917, contó a un enviado británico que la desorganización del sistema de transporte había hecho más daño que cualquier derrota en el campo de batalla. Esta situación era difícil de remediar en mitad de un conflicto de la magnitud del que estamos hablando y más teniendo delante, nada más y nada menos, al Imperio Alemán cuyo ejército ya había dado síntomas de su eficacia en la Guerra Franco-Prusiana de 1871. Algunos datos evidencian estas deficiencias:
- Rusia, al comienzo de la guerra, tenía 1,1 km de ferrocarril por cada 100 km cuadrados. Alemania, en cambio, tenía 10,6. Francia disponía de 8,8 y el Imperio Austro-Húngaro 6,4.
- En los países occidentales un soldado tenía que desplazarse, de media, entre 200 y 300 km desde su residencia hasta el frente. En Rusia la distancia oscilaba entre 900 y 1000.
- Rusia, en caso de guerra, disponía de dos puertos por los que podría recibir suministros sin problemas. El puerto de Arcángel, que estaba congelado durante seis meses al años, disponía de un ferrocarril de vía estrecha con el centro del país. Murmansk no disponía de una salida por tren en 1914. Un año más tarde, se construyó una línea, terminada en la víspera de la Revolución de Febrero de 1917, que lo unía a San Petesburgo.
Fuente: Richard Pipes. The Russian Revolution. Chapter 6. Russia at war.
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