El 25 de mayo de 1918 fue una fecha clave en la Guerra Civil Rusa. En ese día, se inicia la sublevación de la denominada Legión Checa, una unidad militar que daría muchos quebraderos de cabeza a los soviéticos y cuyo foco principal de resistencia sería la línea férrea del Transiberiano. Este cuerpo se creó en 1914 con los checos que se encontraban en Rusia en el momento de iniciarse la Primera Guerra Mundial y su objetivo era la lucha contra los Imperios Centrales, fundamentalmente Austria-Hungría, que tenían sometida a su patria. Con el paso del tiempo, y el reclutamiento de prisioneros capturados al enemigo, llegó a alcanzar el tamaño de un cuerpo de ejército (dos divisiones que aglutinaban unos 40.000 efectivos). Tras la Revolución de Octubre, el antiguo ejército zarista fue desmantelado pero la Legión Checa conservó su cohesión interna porque para sus integrantes los sucesos que se estaban viviendo en Rusia no les concernían. Su verdadero objetivo era conseguir la independencia de Chequia y Eslovaquia.
El Gobierno de Lenin decidió evacuar a los checos, que estaban desesperados por no poder regresar a casa ni continuar la guerra como hasta entonces, a través del puerto de Vladivostok, destino final del Transiberiano en el litoral del Pacífico. Según el propio Lenin, que contó en esto con el apoyo de Trotsky, la rebelión de los checos contra los bolcheviques era algo que estaba orquestado con los aliados occidentales. En opinión de Edwan Mawdsley, esto no es cierto aunque sí es verdad que la rebelión jugó a favor de los intereses de la Triple Entente. Los aliados no estaban de acuerdo en cómo usar el potencial de la Legión Checa. Por un lado, los franceses querían evacuarlos de Rusia mientras que los británicos preferían que siguieran allí para abrir otro frente.
La chispa que provocó la insurrección fue un incidente con prisioneros húngaros en Cheliabinsk el 14 de mayo de 1918. Los checos lograron tomar la ciudad pero la reacción de Moscú fue desarmar y disolver la unidad militar. Fue entonces cuando los líderes de la Legión Checa ordenaron a sus subordinados que salían en dirección a Vladivostok. La orden de Trotsky desde Moscú fue implacable:
Se disparará inmediatamente a cualquier checoslovaco armado que se encuentre en la vía del ferrocarril
La revuelta se extendió como la pólvora a través de los casi 8.000 km del Transiberiano. En dos semanas, los checos lograron tomar varias ciudades importantes y bloquear la línea férrea. En tres meses, la línea del Transiberiano estaba bajo el control total de los checos y también amplias zonas del oriente ruso.
Fuente: Evan Mawsley. Blancos contra Rojos (La Guerra Civil Rusa). Desperta Ferro. Madrid. 2017.
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